«Tenemos que reforzar el apoyo al emprendimiento de base tecnológica»

BBVA y el Gobierno vasco coinciden en la necesidad de facilitar el acceso a la financiación de las ‘startups’ industriales

La mesa redonda en la que se abordó la actual situación del ecosistema de ‘startups’ y sus retos de financiación. Maika Salguero

EL CORREO

Jorge Murcia

Lunes, 27 de marzo 2023, 09:06

Montar una empresa ha sido siempre un reto de inciertos resultados, una moneda al aire que puede caer de cara si, por ejemplo, las instituciones públicas y los bancos cumplen con su cometido: establecer un marco legislativo propicio e inyectar financiación.

Este espíritu emprendedor cobra un mayor relieve cuando se orienta a la creación de empresas de base tecnológica, que son las que ofrecen un plus de competitividad a un territorio. Estos proyectos se enfrentan a numerosas barreras en sus inicios. Uno de ellos es el de la financiación. Y más aún cuando las ‘startups’ son de carácter industrial, con un proceso de maduración más lento.

Afortunadamente este escenario está cambiando y los bancos empiezan a comprender y especializarse en las necesidades de financiación de las jóvenes empresas. Así lo constataron los participantes del foro ‘Retos del ecosistema emprendedor’, organizado por BBVA Spark y EL CORREO, que se celebró el pasado día 16 en B Accelerator Tower, la antigua torre del banco vasco.

La mesa redonda reunió a Peio Belausteguigoitia (Country Manager de BBVA España) y a Roberto Albadalejo (responsable de BBVA Spark) en la parte financiera. La institucional estuvo representada por Leyre Madariaga, directora de Transformación Digital y Emprendimiento del Gobierno vasco. Patricia Astrain (CEO y fundadora de Recircular) y Pedro Silva (creador y máximo responsable de BeGas) aportaron el punto de vista empresarial. Manu Alvarez, corresponsal económico de EL CORREO, hizo las veces de moderador. Entre el público asistente estaban el diputado general de Bizkaia, Unai Rementeria, y la diputada de Promoción Económica, Ainara Basurko.

Euskadi es un lugar atractivo para la inversión extranjera y un «polo de excelencia» en la innovación por su «sólida base industrial, penetración tecnológica en la industria, el impulso público y la inversión privada en innovación», recordó Belausteguigoitia.

Una posición de privilegio fruto de «la cultura del emprendimiento, innovación e industrialización» de la que siempre ha hecho gala el territorio, y que en opinión del máximo responsable de BBVA en España «tiene mucho que ver con la educación -con tres universidades muy potentes- y la apuesta de las instituciones públicas».

Leyre Madariaga, del Gobierno vasco, destacó dos grandes fortalezas del ecosistema empresarial de Euskadi. Por un lado, la especialización en la competencia entre territorios y empresas, y por otro la apuesta por la tecnología, ciencia e innovación.

Cierto «acomodamiento»

Sin embargo, Madariaga observa en la comunidad autónoma «cierto grado de acomodamiento» del espíritu emprendedor, algo que «no podemos perder». La representante del Ejecutivo vasco considera que hay que espolear ese emprendimiento, y muy especialmente «el de base tecnológica», que representa «un elemento de competitividad para la empresa e industria vasca».

Sucede además que muchas de las ‘startups’ que surgen en Euskadi están ligadas a algo tan tradicional en el territorio como la industria. Y las empresas de ese ecosistema «no crecen rápidamente, no generan empleos a lo loco. No son el mundo de la ‘app’ y de la web».

Se trata de un emprendimiento «particular» que cuenta con el apoyo de «más de cien agentes públicos y privados». Sin embargo, cuesta acompañar a las jóvenes empresas en el «valle de la muerte», ese momento en el que la ‘startup’ todavía no ha logrado rentabilizar su actividad y donde los gastos suelen ser superiores a los ingresos.

BeGas es una empresa fabricante de motores que funcionan con autogás o biogás, y un ejemplo paradigmático de lo que sucede con este tipo de ‘startups’. Con ocho años de actividad, han tenido que invertir 20 millones de euros para conseguir un ebitda positivo.

Lograr financiación para atravesar esa larga travesía ha sido complicado, reconoció el CEO de la empresa, Pedro Silva. No obstante, admitió, la situación «por suerte está cambiando». Pide a los bancos «paciencia, que no miren tanto al pasado como al futuro» de las empresas que, como la suya, realizan «inversiones de impacto».

En esta categoría de ‘startups’ también encaja Recircular, empresa que «ayuda a otras a dar una segunda vida a lo que les sobra, sus desechos y residuos». Mediante un plataforma digital, Recircular conecta esos recursos con compañías capaces de volver a utilizarlos. Por eso cumple con tres propósitos: «ahorro, sostenibilidad medioambiental y economía circular», contó su fundadora, Patricia Astrain.

Crecer «más lento»

Un proyecto «bonito pero duro», con retos continuos como los que deben afrontar «las empresas montadas desde cero» y con el añadido de haber sido creada por una sola persona, «y mujer, además». Recircular nunca ha recibido inversión externa, por lo que su crecimiento ha sido «más lento y orgánico» de lo que suele ser habitual en las ‘startups’.

Sin embargo, para escalar «al siguiente nivel» quizá necesita dinero del exterior. Astrain anima a entender que las empresas como la suya «tienen ritmos de crecimiento distintos, pero no por eso tienen por qué ser menos rentables».

En España existe una industria, compuesta por empresas jóvenes, «muy desatendida por el sector financiero», admite Roberto Albadalejo. Él es el máximo responsable de Spark, la división de BBVA que provee de servicios financieros a las compañías innovadoras. Reconoce que «cuesta encajar a esas empresas en las costuras del banco porque tienen unas dinámicas de funcionamiento distintas».

Un «círculo vicioso»

Albadalejo es consciente de que la inversión en innovación está creciendo «exponencialmente» no solo en los polos más potentes, como Estados Unidos o China. También «es una realidad» en los mercados en los que opera el BBVA, donde «la inversión, el talento, las universidades, los ingenieros, y un entorno público propicio» se unen para generar «un círculo virtuoso».

La respuesta de BBVA a este escenario fue la puesta en marcha de Spark, cuya actividad tiene tres patas: una de banca, otra de ‘embajador’ de las compañías innovadoras ante el banco -«somos un portal de entrada fantástico»- y otras de inversión en ‘venture capital’.

Al final se trata de una propuesta «no tan innovadora», dice Albadalejo. «Hacemos lo que hacíamos hace 150 años: apoyar a las empresas en sus primeros pasos. Ofrecemos el servicio bancario habitual de abrir cuenta, nóminas, proveer de un TPV…», enumera.

Las instituciones -al menos en lo que respecta al Gobierno vasco- han de ejercer como ‘lobby’ que ejerza su respaldo a los proyectos emprendedores. «Primero, dando ejemplo», dice Leyre Madariaga, lo que se traduce en «asumir el riesgo de las subvenciones a fondo perdido. Intentando minimizarlo todo lo posible, por supuesto».

La financiación especializada de BBVA Spark

BBVA Spark surge para dar respuesta a las necesidades de financiación de empresas innovadoras en todas sus fases de crecimiento. Una actividad que lleva asociado un mayor riesgo del que ya supone prestar dinero a empresas tradicionales. De ahí la importancia de tener gestores «que se dediquen exclusivamente a este tipo de clientes», dice Peio Belausteguigoitia.

«Otro atributo -añade- es la especialización, sobre todo en términos de ‘olfato’». Se trata de conocer las necesidades de las empresas «en cada uno de los ciclos de vida y para cada caso concreto». Y marcarse «unos límites en términos de volumen, de concentración, para no apostar por los mismos sectores».

Ese ‘olfato’ al que alude Belausteguigoitia «se entrena», apostilla Roberto Albadalejo, máximo responsable de BBVA Spark. «Esto va de tener marcos establecidos y poner a gente que conoce a los clientes. Equipos que intentan entender a la industria y sus tendencias», añade. Esa estrategia requiere mirar la actividad «con otras gafas. Aunque la empresa tenga un ebitda negativo, si hay clientes y un mercado atractivo y fuerte, el análisis ya es muy distinto».

«Otro atributo -añade- es la especialización, sobre todo en términos de ‘olfato’». Se trata de conocer las necesidades de las empresas «en cada uno de los ciclos de vida y para cada caso concreto». Y marcarse «unos límites en términos de volumen, de concentración, para no apostar por los mismos sectores».